Reviews con sabor a pollo

Independence Day (1996)

Dia de la independencia

Independence Day (1996)
Publicado en Review por - Jun 29, 2016
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Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que vi Independence Day, y dado a que hay una secuela de camino, me he visto en la necesidad de volver a verla. Pensé que la iba a odiar porque se trata de una película estúpida y cursi, pero todavía me la encuentro altamente entretenida. Cuando se trata de destrucción masiva, quizás esta sea la mejor película de Roland Emmerich, director de grandes éxitos como Godzilla (1998), The Day After Tomorrow (2004), y 2012 (2009). A veces también pienso que él mismo se parodia.

Independence Day tiene una serie de personajes que nombrarlos a todos es un ejercicio que no estoy dispuesto a hacer. Están el capitán Steven Hiller (Will Smith), quien quiere ser astronauta, y su novia Jasmine (Vivica A. Fox) que es una stripper; el presidente de los Estados Unidos Thomas J. Whitmore (Bill Pullman) que antes era un piloto de la fuerza aérea; el piloto alcohólico Russell Casse (Randy Quaid) y sus hijos mexicanos de los cuales sólo recuerdo a Miguel (James Duval); finalmente está el operador de cable David (Jeff Goldblum), su padre el judío estereotípico Julius (Judd Hirsch), y su ex esposa que trabaja en el gabinete del Presidente, Constance (Margaret Colin). Te puedes olvidar de que todos los demás existen.

La película trata de una invasión extraterrestre que vienen a la Tierra con el único propósito de joder la paciencia. La razón de tantos personajes es para mostrarnos las diferentes perspectivas con relación a la invasión y cómo los humanos, especialmente los que viven en Estados Unidos, trabajan juntos para enfrentarse a la amenaza extraterrestre. Esto es de lo mejor que tiene el filme, que a pesar de tener un montón de personajes que casi no me importan al final se congregan en un solo lugar, dando la sensación de cohesión.

Nos llegó la hora

Nos llegó la hora

El diseño de las naves extraterrestres debe ser el diseño menos innovador desde la invención del término “platillo volador” porque efectivamente son eso, monedas gigantes en el cielo que por alguna razón tienen un montón de navecitas dentro en caso de que los estúpidos humanos tengan aviones. Quizás sea cosa mía, pero al ver el primer enfrentamiento entre humanos y extraterrestres, me vino a la mente cuando atacaron a la Estrella de la Muerte en Star Wars (1977). Pues el diseño de los extraterrestres tampoco es lo más innovador que he visto, al tratarse de enanitos con cabeza grande que tienen armadura con tentáculos. Sin embargo, debo admitir que hace 20 años estuve fascinado al ver estos extraterrestres porque en ese entonces lo más memorable que teníamos eran Alien (1979) y Predator (1987), y éstos no tenían la tecnología para arrasar con la raza humana.

Los extraterrestres deciden que van a destruirlo todo, empezando por las ciudades más pobladas. Si vas a exterminar una especie, esto es lo más sensato. Si vas a robarte los recursos del planeta, pues no es necesario eliminar a los humanos, ellos mismos se extinguirán con el planeta. Me agrada que a pesar de ser platillos voladores aburridos, su gran tamaño eclipsa ciudades y eso es algo para cogerle miedo. Así tenemos a este imponente enemigo que no puede ser derrotado por la tecnología militar humana, salvo… oh, diablos…

Este momento ha quedado permanentemente guardado en la historia

Este momento ha quedado permanentemente guardado en la historia

Jeff Goldblum está en esta película para resaltar lo obvio, dar explicaciones, y hacer lo insólito. Quizás por eso es que lo recordamos. De todas las jabladurías que tiene la película, las que hace el personaje de Jeff Goldblum son las más difíciles de tragar. No es que Will Smith sepa volar una nave extraterrestre del primer intento está fuera de lo inverosímil.

Con todo y que es una película cursi, que tiene unos extraterrestres que hubieran conseguido su objetivo si se lo proponían, y que hay cosas que no tienen razón de ser, encuentro que Independence Day sigue siendo una película divertida. El discurso del presidente Whitmore todavía es algo que merece aplausos, y así es como empieza el proselitismo yanki.

El sentido de que individualmente somos insignificantes

El sentido de que individualmente somos insignificantes

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