The Death of Stalin (2017)
La muerte de Stalin

¿Alguna vez te has reído por ver gente morir o por ver a tiranos planear cómo matar gente? Independientemente de tu respuesta, esta es una de las cosas que ofrece The Death of Stalin, una comedia ligeramente basada en las últimas horas de Iósif Stalin y la lucha por el poder después de la muerte del dictador. Comedia política, ese era el subgénero que me faltaba por ver.
Como se trata de payasadas y el temor de vivir bajo los caprichos de un dictador, la película empieza con un concierto en el que Maria Veniaminovna Yudina (Olga Kurylenko) toca el piano, mientras que Stalin (Adrian McLoughlin) y Lavrenti Beria (Simon Russell Beale) mandan la lista de gente que van a aprehender y que posiblemente tendrán un final abrupto. Por un lado te estás riendo ligeramente porque van a matar gente, y por el otro lado te estás riendo a carcajadas por los problemas que tiene uno de los empleados en el concierto.
Más adelante conoceremos al resto del consejo de ministros de la Unión Soviética, entre los cuales están Nikita Khrushchev (Steve Buscemi), Georgy Malenkov (Jeffrey Tambor), Vyacheslav Molotov (Michael Palin), y Lavrenty Beria. Lo primero que uno puede notar de esta gente es que no están hablando ruso ni tampoco están haciendo el esfuerzo de hablar inglés con acento ruso, simplemente hablan según el acento de su país natal.
Una vez se muere Stalin, de manera cómica hay que admitir, los miembros del consejo empiezan a tramar quién será el sucesor. Beria es el más peligroso de todos porque controla las prisiones y ciertos soldados, mientras que Malenkov es un títere sin carácter, y Khrushchev que detesta a ambos, quiere empezar a suavizar las políticas de aprisionar y matar gente. Las cosas se complican un poquitín más cuando se aparecen los hijos de Stalin, Svetlana (Andrea Riseborough), quien es una muchacha con una buena cabeza sobre los hombros, y Vasily (Rupert Friend), un borracho que no debería estar ni cerca de la toma de decisiones atento a que es hijo del difunto dictador.
Ahora, yo no me estuve riendo todo el tiempo como otras personas que estaban en la sala de cine, y a veces me la encontré aburrida porque hablan de drama político que no necesariamente va a otro lugar que a matar más gente. Hablando de esto, las muertes son espantosas y con grandes charcos de sangre, y a veces las suavizan con algo cómico inmediatamente después. Finalmente, se aparece el general del ejército rojo, Zhukov (Jason Isaacs), y yo como que no me lo encontré cómico y más bien lo que estaba era quejándose de la situación del ejército tras la muerte de Stalin. Voy a tener que volverla a ver para verificar si fue que se me pasó algo.
Para concluir, The Death of Stalin es una buena comedia si más o menos tienes una idea de los acontecimientos después de la muerte de Stalin y la sucesión al poder de uno de los miembros del consejo. Y si no sabes nada de la URSS, pues considera esto sólo como una comedia de humor negro.
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