Snake Eyes: G.I. Joe Origins (2021)
G.I. Joe: Snake Eyes
Luego de The Rise of Cobra (2009) y Retaliation (2013), ¿qué es lo que puedes esperar de una Snake Eyes: G.I. Joe Origins en la que el personaje titular habla y no tiene el traje de goma ninja? Pues es fácil. Lo único que yo puedo esperar es la respuesta a la pregunta clásica “¿se puede poner peor?” Y la respuesta es obvia, así que ahorras dos horas de tu vida ignorando su existencia.
La trama parece que viene de un libreto sin terminar de algún conflicto en Japón de gente que no sabe de lo que está escribiendo, pero involucra a un clan de ninjas que usan espadas samurái y, por supueso, la Yakuza. Entonces a este libreto sin terminar le agregan par de nombres de personajes sacados de una línea de juguetes, la ruedan con actores, y lo que tenemos es Snake Eyes: G.I. Joe Origins, que bien podrían tirar una cubeta a una letrina y extraer el equivalente de esta película con menos esfuerzo.
Una carajito sin nombre (Max Archibald) ve cómo matan a su papá en una cabaña en el bosque, y para conmemorar la ocasión, adopta el seudónimo del resultado de los dados que tiró su padre para ver si vivía o moría (algo así como la moneda de Dos Caras). Ojos de culebra o Snake Eyes, fue lo que le salió al papá de Sin Nombre, que es cuando en ambos dados sale 1. Sí, de ahí el nombre de la película, y de ahí el nombre del personaje, Ojos de culebra. Obviamente, Sin Nombre escapó para convertirse en un luchador de peleas clandestinas para ganarse la vida. Algo así como Cole en MK (2021), porque en ausencia de figura paterna, lo que está de moda es dedicarse a pelear para pagar las facturas.
Como nadie hizo el esfuerzo de darle nombre a Snake Eyes (Henry Golding), es así como lo llaman, y a veces cuando no quieren hablar mucho simplemente lo llaman Snake. Como yo considero ésto último un insulto a Metal Gear Solid, en lo adelante llamaré a Ojos de culebra como tal o Richard, porque tampoco estoy en escribir mucho. El caso es que Richard pelea clandestinamente, y se aparece un tal Kenta (Takehiro Hira) para ofrecerle un trabajo dado que éste puede encontrar al hombre que mató a su padre, y así Richard puede cobrar venganza.
En el trabajo Richard conoce a Tommy (Andrew Koji), quien es le heredero a convertirse en líder del clan Arashikage, unos ninjas que protegen Japón o algo así y tienen la tecnología más avanzada que el mundo ha visto jamás (sólo que la usan cuando/donde menos la necesitan). La idea de Tommy es que Richard haga los tres desafíos del guerrero para así formar parte del clan. Los tres desafíos no son algo que valga la pena mencionar. Y según entiendo, Tommy no ha pasado por ellos porque actúa como si contradijera lo que está intentando enseñarle a Ojos de culebra.
Ahora, esto no parece en lo absoluto a una película de G.I. Joe, ¿y cómo arreglarán esto? Ah, pues Kenta y sus secuaces están trabajando con Baronesa (Úrsula Corberó), empleada de Cobra, y como los ninjas Arashikage no pueden contra uno terroristas, pues llaman a Scarlett (Samara Weaving). ¿Ves? ¡Ahora es una película de G.I. Joe! Todos los pósteres hacen alusión a que verás el casco característico de Ojos de culebra. Y si esa es una de las razones por la que has decidido perder tu tiempo con esta película, pues lo único que te espera es una desilusión.
Para concluir, si no queda suficientemente claro, Snake Eyes: G.I. Joe Origins es basura, no del tipo de basura en la que puedas encontrar algo útil o reciclable, más bien el tipo de basura que entierran en el vertedero porque no hay nada útil. ¿Peleas? Las dañan con mala coreografía y cortes. ¿Música? ¿Qué música? ¿Actuación? Eh. ¿Escenografía? Par de fotos de Tokio. ¿Los maestros ninja del clan? No hacen nada porque la película no se trata de mostrar violencia. Lo peor son los créditos del final que se ven como si fueran sacados de un videojuego muy diferente a la película esta.