Battle Drone (2018)
Cuando una pelícual se parece a otra, estamos inclinados a creer que se trata de una copia, o una idea que no pudo venderse, o una idea que fue robada, o que se trata de una secuela sin que ninguno de los involucrados esté al tanto de ello. Esto último es el caso de Battle Drone, una película que se parece tanto a The Losers (2010) (la película, no las historietas),que yo estoy inclinado a creer que se trata de una secuela y que nadie lo sabe. Desde un principio nos hacemos la idea de que no es una película buena cuando en el mismo póster hay más de un muñeco robótico o drones, plural de dron, con “s” al final, como en el ejemplo “Hay más de un dron, por lo que debería de llamarse Battle Drones“.
El caso es que el equipo de perdedores está compuesto por Rekker (Louis Mandylor), el capitán que manda; Blackwood (Richard Alan Reid), el rubio de la escopeta; Shiro (Dan Southworth) el ninja de los cuchillos; Dax (Jason Earles), el psicópata; Grigori (Oleg Taktarov), el ruso de la ametralladora; y Valkyrie (Natassia Malthe), la francotiradora y que por alguna razón no es inteligente. No sé quién es el pana que pilotea el avión, pero no lo veremos de nuevo. La película empieza con una secuencia de acción ridícula para que entendamos cómo es que se manejará en lo adelante, y no es que sea mala, pero abusan de la cámara lenta como si estuviesen muy inspirados por 300 (2006). Lo que tiene que quedar claro es que ellos son los mejores mercenarios que la CIA puede pagar.
Hablando de la CIA, con quien tienen contacto es con un tal agente Smith (Jo Marr), y la agente Hayes (Dominique Swain) siempre tiene cara de aburrida porque no le agradan los mercenarios estos. Sorprendentemente su voz no encaja con la cara de aburrimiento que tiene, y creo que la engañaron con el bronceado. Quizás es un bronceado radiactivo para ambientarnos más en el hecho de que la mayor parte de la película ocurrirá en Chernóbil. El caso es que las acciones del primer principio de la película lleva al grupo de perdedores a una misión en Chernóbil donde supuestamente encontrarán un cargamento de armas destinado a un grupo de rebeldes o una vaina así. El traficante de armas es Karl Kess (Michael Paré), y a diferencia de Max en The Losers, al menos deja claro que él quiere dinero y vender sus juguetes más caros al mejor postor.
Los juguetes en cuestión son estos terminators si inteligencia artificial que necesitan de un piloto en algún lugar del mundo. La misión de los pilotos es terminar a los mercenarios, demostrando así que Kess tiene precisamente el juegue más avanzado que pueden usar en las infinitas guerras de los EE.UU. Así las secuencias de acción se tratan de drones humanoides buscando matar humanos, y humanos disparándoles todas las balas y hasta el lavamanos del baño a dichos drones. Los efectos visuales de los drones estos me recuerda a RoboCop (1987), y la ametralladora sobre un antebrazo me recuerda a ciertos juguetes que tenían lo mismo porque eran armas que podían cambiar de brazo o no usarse. No creo que cosas así se sigan vendiendo.
¿Qué más hay? Battle Drone no es la mejor película del mundo, no te vas a acordar de ella inmediatamente empiecen los créditos, tiene secuencias de acción que no son malas, yo voy a hacer un esfuerzo en olvidar más rápido las actuaciones, y va por la misma línea que The Losers, de un grupo de soldados o mercenarios que son lo mejor de lo mejor. Por un lado está The Losers que no es mala, y por el otro está Battle Drone, que tampoco es mala, pero ninguna de las dos es buena, ambas quieren dejar la idea de que habrá una secuela, y sólo puedo decir “ciertas cosas funcionan en una, y cierta cosas funcionan en otra”. Es lo que es.