The Boy Who Harnessed the Wind (2019)
El niño que domó el viento
The Boy Who Harnessed the Wind es la adaptación de la autobiografía titulada de la misma manera de William Kamkwamba en la que narra cómo se las ingenió para construir un molino de viento y así salvar su villa de la sequía. También ha aparecido en TED Talks hablando del mismo tema, así que la parte de “basada en hechos reales” es confiable.
No sé en qué año se ambienta la película, pero no pienso que importe por la situación económica en que se encuentran los personajes. Hay unas palabras que aparecen en pantalla y creo que se trata de dividir la película en capítulos, pero mi capacidad de atención no es suficiente para acordarme de ninguna de ellas por más de 3 segundos. El caso es que en una villa de Malawi, vive una familia de granjeros que siembra maíz por temporada. Luego de la muerte del anciano de la familia, las tierras pasan a las manos de uno de los dos hijos.
En su mayoría los personajes que conoceremos en esta historia son la familia del hijo que no heredó las tierras de su padre, la de Trywell Kamkwamba (Chiwetel Ejiofor), esposo de Agnes (Aïssa Maïga), y con quien tiene tres hijos, Annie (Lily Banda), William (Maxwell Simba), y un bebé que si ni tiene nombre, yo no me lo sé. ¿Por qué Trywell no heredó las tierras de su padre? Algunos dirán porque es un iluso que piensa que debe malgastar el dinero educando a sus hijos en lugar de invertir en la tierra y venderla al precio más barato posible cuando llegue una temporada de sequía. No está solo en esto, pues su esposa Agnes siempre intenta motivar a su hija, que algún día irá a la universidad, hará una carrera, no tendrá que dedicarse a cosechar maíz, y hará todo lo que ella nunca pudo. Tú sabes, ilusiones de todos los padres que quieren que sus hijas progresen.
Aunque Annie no parece que irá a la universidad en ningún momento porque parece estar en un rincón sin salida, su hermanito William podrá empezar a ir a la escuela a ver si aprende algo y deja de estar desarmando los radios de los vecinos. Y todo parece que va bien y es otro día más en una villa donde no abunda nada, pero la gente vive feliz. Hasta que llega la noticia de que otras partes del país se han inundado con las lluvias, de este lado del mapa habrá sequía, no podrán seguir sembrando maíz, habrá escasez de alimentos, y no habrá suficiente dinero para seguir pagando la colegiatura de William. Básicamente, se los va a llevar el diablo, y como que la gente no coge cabeza cuando el jefe de la villa, Geoffrey Wembe (Joseph Marcell), les dice que tienen que mantenerse unidos y no vender sus tierras a precio de vaca muerta, más por el hecho de que nadie tiene vacas. Pero como dicen por ahí, el mal comío no piensa.
Así vamos entendiendo la situación en que se encuentra la villa, en la que cada familia tiene sus propios problemas, y como William no entiende mucho de los movimientos políticos su prioridad es ir a la escuela porque tiene una idea de cómo seguir sembrando maíz a pesar de la sequía. Y mientras la preocupación de uno era si la luz iba a volver para ver Caballeros del Zodiaco (y posteriormente Dragon Ball), la preocupación de William era ir a la escuela para aprender cómo crear un molino de viento para cargar una batería y prender una bomba de agua y sacar agua de un pozo. Para que tú veas las prioridades de cada quien.
Lo que no me queda claro es cuánto tiempo pasa entre un capítulo y otro, porque sé que la están pasando mal, pero el tiempo es lo que indica si la pasan mal por una semana o están al borde de la desesperación absoluta. A pesar de esto, es una buena historia que no tiene desperdicio, aunque al tratarse de una película de hora y media no elaboran más sobre ciertos temas, y como nadie quiere aburrirse viendo una película sobre un molino de viento, pues lo mejor es mantenerla breve.
Para concluir, The Boy Who Harnessed the Wind es una buena historia, pero no una película para ver en grupo y, aunque algunos me dirán que no tiene nada espectacular o memorable, yo recordaré que la parte de que alguien tiene que hacer algo porque si hacemos siempre lo mismo esperando un resultado diferente no iremos a ningún lugar.