The Legend of Tarzan (2016)
La leyenda de Tarzán

The Legend of Tarzan entra en la categoría de películas que ves porque no tienes más nada que hacer y es una forma de matar el tiempo sin hacerle daño a nadie y sin perder neuronas en el proceso. Se trata de una película simple y sin muchos rodeos en los que no tienes que invertir nada emocionalmente porque se trata de un giro diferente a la historia de un superhéroe que viene desde antes de que existiera el término “superhéroe”. En serio.
A diferencia de la archifamosa Tarzan (1999) de Disney, y aquella vaina que salió en el 2013, The Legend of Tarzan trata de Tarzán volviendo a la selva. En otras palabras, John Clayton III (Alexander Skarsgård) es una celebridad en Londres y yo realmente no sé lo que hace para ganarse la vida, pero digamos que heredó cualquier compañía que hayan dejado sus padres para irse a aventurear a África y no tiene que fuñir mucho para ganarse el pan de cada día. John está casado con Jane (Margot Robbie) y hace varios años que dejaron el Congo para vivir civilizadamente, aunque el pobre de John no puede cerrar bien las manos por durar tanto tiempo caminando en cuatro patas. Es Tarzán, ¿qué esperabas?
La película empieza con Leon Rom (Christoph Waltz), el hombre más confiable que tiene el Rey de Bélgica en el 1886, para que vaya al Congo a buscar diamantes, ya que el reino está en quiebra y no puede pagarle a su ejército para conquistar la selva. Uno pensaría que si tiene un gran pedazo de tierra, en lugar de intentar gastar todo el dinero en nada, primero buscaría la fuente de ingresos, pero estos monarcas tienen sus prioridades caprichosas y encontrar los susodichos diamantes es su último intento de mantenerse en la región. Sin embargo, y luego de un enfrentamiento con una tribu de —¿la misma tribu de Resident Evil 5?— cazadores liderados por el jefe Mbonga (Djimon Hounsou), queda pactado que Leon Rom tiene que traerle a Tarzán a cambio de todos los diamantes que pueda necesitar.
Espera un momento, ¿el jefe Mbonga ponía a su gente a extraer diamantes de una cueva o es que esos diamantes aparecen cuando llueve? Ah, yo no sé. El caso es que Mbonga quiere lamberse a Tarzán, pero Tarzán está en Londres, así que Leon Rom tiene que traer a Tarzán a cambio de diamantes para que su rey pueda financiar el ejército. Honestamente, suena simple. Para convencer a John Clayton de que vuelva a la selva, el rey de Bélgica lo ha invitado a presenciar sus obras de caridad en el Congo, pero John Clayton no coge esa. Es el trabajo de George Washington Williams (Samuel L. Jackson) de convencer a nuestro protagonista de que tiene que coger para allá para que lo ayude a averiguar si están esclavizando a los aborígenes, ya que él no tiene suficiente excusa para ir solo y si tiene un guía, mejor.
Así es que el plan de Leon Rom se pone en marcha para que John Clayton vuelva una vez más a la selva. Esto trae consigo el redescubrimiento de Tarzán. Ya en el Congo existe la leyenda del hombre que encarna el espíritu de los animales, y nos muestran cómo vivía antes de mudarse a la civilización, su trato con los animales salvajes y las tribus aborígenes, y varios flashbacks que no estorban para saber qué pasó con sus padres, Thomas y Martha Wayne.
La actuación de Alexander Skarsgård es convincente como un hombre salvaje que le ha costado adaptarse al mundo moderno, Margot Robbie es fenomenal como Jane la damisela que no quiere estar en peligro, y Christoph Waltz es diferente de las últimas 4 películas en que lo he visto. Quien hace que esta película sea mejor de lo que debía ser es Samuel L. Jackson, quien se está divirtiendo con su peluca y bigote falso haciendo de “alivio cómico”. Hay veces en que las imágenes generadas a computadora se ven muy obvias y nada creíbles, pero ya eso va acorde al gusto de cada quien.
Para concluir, The Legend of Tarzan no ganará ningún premio en ninguna categoría, pero es una buena forma de perder el tiempo en lo que tu esposa se termina de bañar, elegir el vestido, y maquillar. Lo único que te advierto es que ella se quedará hipnotizada con los abdominales de Alexander Skarsgård. Si la terminaste de ver, bien, sino, también está bien, no es que la vayas a discutir con nadie, ni mucho menos vas a escribir sobre ella en un blog con un pollo en el logo.