Turbo Kid (2015)

Turbo Kid es lo que pasaría si Mad Max fuera protagonizada por un chamaco, no hubiera gasolina para los vehículos (forzando a los bandidos a montar bicicletas), y como nadie tiene armas de fuego, la gente tiene que improvisar. Este futuro post-apocalíptico se sitúa en el 1997, luego de que alguien se diera cuenta que Skynet no es eficiente si destruye la infraestructura para poder propagarse.

Mientras que Kung Fury (2015) intenta ser la película más ochentera posible, Turbo Kid intenta ser la película ochentera post-apocalíptica, como The Terminator (1984), pero bien sangrienta como la RoboCop de 1987. La razón para mencionar películas de robots o cyborgs es porque según el universo de Turbo Kid, existe una serie de tiras cómicas acerca del súper héroe “Turbo Rider”, quien pelea contra robots malvados que quieren destruir a la humanidad.

No importa el año, la cinta adhesiva lo arregla todo.

Del chico en cuestión, interpretado por Munro Chambers, no sabremos su nombre, pero sí entenderemos que tiene que recoger disparates que encuentre por ahí para luego cambiarlos por agua potable y sobrevivir el invierno nuclear mientras lee las historietas de Turbo Rider. Un día cualquiera lo encuentra una psicópata llamada Apple (Laurence Leboeuf), que no sabemos cómo es que ha sobrevivido tanto tiempo en este mundo, pero que se sorprende de todo, tiene los ojos bien abiertos, y casi no pestaña.

El súper villano de la zona, Zeus (Michael Ironside), no es que tenga un plan maléfico para acabar con el mundo, sino que ha sabido manejar los escasos recursos humanos. Tiene una máquina diabólica que extrae agua de los humanos que terminan como puré en su coliseo. Así que para mantener a su pandilla fiel y dócil tiene que entretenerlos con shows de sangre, y así consigue el agua para mantenerlos con vida.

No sé si reírme o asustarme.

En un giro de la vida, el vaquero local, Frederic (Aaron Jeffery), y la psicópata Apple se ven envueltos en el coliseo de Zeus, y será el turno del chico de salvarlos antes de ser convertidos en botellitas de agua. Es de suponer que si el chico se entromete, se estará ganando (poderosos) enemigos.

Turbo Kid intenta recrear la violencia de las películas ochenteras clasificación ‘R’, y el resultado depende del gusto de cada quien. Particularmente disfruto las películas violentas y sangrientas, pero no las carnicerías que hacen en el género de horror (y hay una diferencia muy marcada). Turbo Kid contiene, en su mayor parte, el tipo de violencia que yo puedo digerir y me la encuentro altamente entretenida.

Como película se puede ver que es de bajo presupuesto y que quizás usaron un montón de basura que nadie quería. Sin embargo, pienso que está bien hecha, al crear un mundo con sus propias reglas, una banda sonora limitada, y suficientes efectos especiales para hacernos creer que es una película retrofuturista. En ningún momento me pareció aburrida.

Siempre recordarás al tipo de la máscara metálica.