A.I. Artificial Intelligence (2001)
A.I. Inteligencia Artificial

Parece ser un insulto tanto a Stanley Kubrick como a Steven Spielberg decir que a uno no le gustó A.I. Artificial Intelligence, pero sabemos que algo así no me detendría. NO ME GUSTÓ A.I. ARTIFICIAL INTELLIGENCE. Creo que tiene buenas ideas y a veces se ve que hace el intento, pero entonces me la encuentro aburrida y demasiado extraña para mis gustos. Al final queda la pregunta, ¿de qué se trata esta película? De un robot humanoide que le tiene un queso a su madre adoptiva.
“¿Qué es amor?” es la primera pregunta con la que empieza la película, y la pregunta que más o menos guiará la trama. ¿Puede un robot ser capaz de amar a una persona? ¿Puede una persona ser capaz de amar a un robot? La primera pregunta de estas preguntas se responde con “vamos a programar a un robot para que se comporte como un niño y quiera a sus padres de la misma manera que un humano”, mientras que la segunda es la que creo que tiene el mayor potencial para la película.
Por una lado, los humanos estamos inclinados a cuidar los objetos de nuestra pertenencia, por ejemplo, mi casa, mi carro, mi computadora, mi teléfono móvil. Por otro lado, esto no significa amor, pues a fin de cuentas entendemos que son objetos o productos que a la larga se convertirán en basura. ¿Qué pasa cuando un producto, en este caso un robot, te dice que te ama? ¿Es un sentimiento real en la máquina o no es más que el conjunto de funciones que dictan su programación? La película juega la respuesta a esta última pregunta, y es algo lamentable.
En un mundo futurista donde el cambio climático ha arrasado con los recursos naturales, y de paso con la humanidad, ésta se ve obligada a crear robots que no necesitan recursos para mantenerse en funcionamiento. Incluso, la adeministración de los recursos hace que las parejas estén en la obligación de adquirir una licencia si quieren tener un hijo. Una de estas parjeas la conforman Henry (Sam Robards) y Monica (Frances O’Connor), quienes tienen a su hijo Martin (Jake Thomas) congelado en la nevera de un hospital hasta que la medicina encuentre alguna forma de curarlo de la enfermedad que tenga. Esto es lo que los convierte en candidatos para que el profesor Hobby (William Hurt) les enviara su más reciente creación, David (Haley Joel Osment), un robot con forma de niño programado para amar como un niño amaría a sus padres.
Lo que empieza como una exploración en el tema de inteligencia artificial se convierte en una especie de película de terror. David no necesita dormir, ni comer, ni jugar, ni ir a la escuela, ni envejecer. David sólo está ahí, sin hablar mucho, actuando como un niño que no necesita absolutamente nada, observando a Henry y a Monica como dos seres diferentes a éste. ¿Qué es lo que estaban intentando con esto? No sé, pero de alguna manera Monica le coge cariño al robot este que se comporta como un anormal, y le dicta las palabras clave para que éste empiece a comportarse más como un niño apegado a su madre.
De repente ya deja de ser una película de terror y volvemos al campo de la ciencia ficción cuando el infeliz de Martin despierta de su sueño. Martin ve a David como un juguete gigante y como un rival que compite para ganarse el afecto de su madre. Sigmund Freud estaría orgulloso. Esto nos lleva a preguntas más interesantes acerca del fantasma dentro de la máquina como ¿David es capaz de sentir celos de un humano? ¿David es capaz de odiar ya que sabe lo que amor? ¿Cómo afectaría la sociedad el comportamiento de David?
Me hubiera gustado explorar la respuesta a esas preguntas, pero la película no lo permite. Para lo que empieza con un título como “Artificial Intelligence” y la búsqueda de la inteligencia y el amor, se convierte en una persecución rara de humanos contra robots, en la que está Gigolo Joe (Jude Law) de por medio. ¿En qué estaban pensando? La película me perdió completamente. Si comparamos a Gigolo Joe con David, éste no parece un robot, y lo hacen obvio. Esta idea se mezcla con una circo de humanos que destruyen robots por diversión, y la verdad es que no llega a nada.
El fantasma que habita en la máquina que conocemos como David busca al hada azul de Pinocho para que lo convierta en un niño de verdad. Esta idea imposible es lo que impulsa a David a seguir adelante, al igual como nuestros sueños nos impulsan cada día a hacer lo necesario para alcanzarlos. Debido a esto es que podemos decir que David ha salido de su programación, y que por ello sí podemos hablar de inteligencia artificial. Sin embargo, esto tampoco llega a mucho, y cuando David conoce a su creador, el Prof. Hobby, lo que podría convertirse en una serie de preguntas filosóficas acerca de la existencia, se reduce nuevamente al queso que le tiene David a su madre adoptiva la necesidad de buscar a la susodicha hada azul.
Por lo expuesto arriba es que no puede gustarme A.I. Artificial Intelligence. Tiene buenas ideas, pero no me parece que las exploren con cabalidad.
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