The Railway Man (2013)
Un pasado imborrable

The Railway Man trata la historia de un veterano de la Segunda Guerra Mundial que padece de estrés pos-traumático, y que todavía sigue siendo un prisionero de guerra. Esta película se basa en el libro autobiográfico de Eric Lomax, por lo que mostrar la etiqueta de “basada en una historia real” es algo que puedo aceptar (a diferencia de todas las películas de horror). A pesar de que se desarrolla con un ritmo lento, me mantuve prisionero de la historia, queriendo saber más de qué fue lo que pasó con los soldados británicos en Singapur.
Una de las primeras cosas que sabemos de Eric Lomax (Colin Firth) es que se reúne mensualmente con unos veteranos de guerra (los integrantes de su escuadrón), y que muestra una extraña obsesión con los horarios de los trenes. En una de sus aventuras por los trenes (porque no hay otra manera de explicarlo), conoce a una tal Patti (Nicole Kidman), quien no parece estar acostumbrada a transportarse por ferrocarril. Desde un principio la actuación de Colin Firth es asombrosa, pues puede estar mirando al horizonte y sabemos que no está mirando a nada en particular sino a un lugar oscuro de su pasado. Nicole Kidman, en cambio, no tiene mucho que hacer en esta película, pero lo poco que hace, lo hace bien.
No sé si el mensaje de la película es que la mujer Patti volvió loco al pobre de Eric, pero luego de que éstos contraen matrimonio es que él empieza a manifestar el trauma de la guerra. Para variar, quien está no está cuerdo en el matrimonio es el hombre. Quizás si Patti hubiera visto este lado de Eric jamás se hubiera casado con él, pero no voy a negar que no han pasado cosas peores en este mundo. El caso es que el pasado de Eric choca con su realidad como si todavía viviera cada día de la guerra desde que se rindieron a los japoneses. “Oh, entonces es esa clase de película”, pensé. Mezclan la narración del pasado con la del presente, y no entran en muchos detalles de la guerra y los demás prisioneros, sino que todo es desde el punto de vista del joven Eric (Jeremy Irvine).
Uno de los aspectos técnicos que me llamó la atención fue el trabajo de fotografía. Las imágenes son visualmente agradables y las cámaras son estables. Lo que quiero decir es que la película se ve asombrosa. También me gustó mucho el trabajo de edición porque no hay cortes bruscos cuando saltan entre el presente al pasado, denotando una narración coherente aunque un poco lenta. La música de fondo es muy buena, y cambia según el ánimo que el director quiere presentar, por lo que se puede apreciar el cambio cuando vuelven a la Segunda Guerra Mundial.
Para concluir, The Railway Man es una película que me agrada por sus aspectos técnicos, por su historia que no toca los temas más sangrientos de la guerra, y porque nos enseña que no muchos están dispuestos a hablar de lo que les sucedió. Al final, la película trata de estrés pos-traumático, de venganza, de la guerra, de los japoneses, y de perdón. Y también por esto me agrada.