12 Years a Slave (2013)

12 Years a Slave es una de esas películas que la gente tiene que ver si lo que quiere es sentirse triste por 2 horas y 14 minutos. No hay tregua. Empieza triste, se desarrolla triste, y termina triste. La película se ambienta en ese período de los Estados Unidos en el que los blancos se creían los herederos del reino de Dios y trataban a los negros como la peor escoria jamás concebida. De hecho, la película empieza en 1841, año en el que todavía la esclavitud estaba de moda en algunos países de Latinoamérica.

Como era de esperarse del título, la película se trata de un hombre que es esclavizado hasta que es liberado 12 años más tarde. El filme se basa en el libro “Twelve Years a Slave”, que es una compilación de las memorias de Solomon Northup durante esos 12 años de esclavitud. La película no es nada fácil de digerir, y tiene el poder de hacer que tu asiento se vuelva incómodo. En serio, en algunas escenas me preguntaba porqué de repente el asiento se sentía tan incómodo y no había forma de ponerlo en orden.

Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor) es un “negro libre” (odio ese término) residente de Saratoga, Nueva York, es decir, un negro que no es esclavo por haber sido liberado, o por ser ser hijo de un “negro libre”, o por haber nacido en uno de los estados en que se había abolido la esclavitud. El caso es que la esposa e hijos de este señor se irían por 3 semanas y 2 días por cuestiones de trabajo, dejándolo sin nada mejor que hacer. Le llega la oportunidad de un negocio lucrativo que sólo requeriría 2 semanas de su tiempo y su excelente habilidad de tocar el violín. Por supuesto que este negocio no incluía que lo vendieran como un esclavo, pero no hubo nada que pudiera evitarlo.

Los esclavos no son tratados como seres humanos, y puede verse la naturaleza sádica de los dueños de las plantaciones. Cuando sucede algo completamente horripilante, la gente no hace nada por indiferencia, o por miedo a las consecuencias, o porque es la norma. Para poder sobrevivir, Solomon Northup tiene que actuar sumiso, nunca hablar de su pasado, aparentar poca inteligencia, y aceptar su nuevo nombre, Platt. No hay forma de describir lo que pasa, pero me gustaría amordazar a Tibeats (Paul Dano) por su estúpida cancioncita, y colgar de las pelotas al Sr. Epps (Michael Fassbender).

Las actuaciones no pueden decirse que son menos que excelentes. Chiwetel Ejiofor es increíble en su rol, y sus ojos reflejan la frustración y la desesperación de su situación. La breve participación de Paul Dano es suficiente para hacerme olvidar que era el chamaco demacrado de Prisoners (2013), y Michael Fassbender no es Michael Fassbender, sino un enfermo mental. Finalmente, está la participación de Lupita Nyong’o que, además de ser excelente, tiene de las escenas más crueles de la película entera. Quería dejar de ver la película porque no aguantaba lo que estaba pasando, pero no podía dejar de verla, y esto estaba aplastando mi alma.

El tiempo corre, y no nos dan ningún indicio de esto, bien podría pasar un día, una semana, o una década, y estamos completamente desorientados sin ninguna esperanza de que la zozobra de Solomon Northup vaya a concluir. Sí concluye, pero sigues igualmente triste y la pantalla negra con los créditos empieza a rodar, pero te quedas en tu asiento intentando asimilar lo que acabas de ver y no sabes si empezar a aplaudir o a llorar o a ambos.