Jingle All the Way (1996)
El regalo prometido
Jingle All the Way (o “El regalo prometido”) es una película bastante estúpida que es tan mala que es buena, porque una de las razones para reírnos es por lo ridícula que puede llegar a ser. De hecho, es una comedia satírica que se burla del frenesí que es la compra de los regalos de Navidad. Por ejemplo, sólo hay que ver a la gente en el “Black Friday” (o Viernes Negro), y ya sabemos a quiénes la película hace referencia, pero ambientado en el día de Nochebuena.
Howard Langston (Arnold Schwarzenegger) es un hombre muy ocupado que atiende su negocio de colchones. Está tan ocupado consiguiendo el dinero para alimentar a su familia, que se ha perdido muchas de las actividades de su hijo Jamie (Jake Lloyd). No sé cuál es el problema, está establecido que si tu padre está ausente es porque está trabajando, y no malgastando el poco dinero que gana en alcohol (como el mío). ¿Y qué debe hacer un hombre, Walter? Un hombre provee. ¿Escuchaste eso, padre? ¡Un hombre provee! En fin, el pequeño Jamie es superfanático de “Turbo Man”, el superhéroe más ápero del momento. ¿Y de qué forma Howard puede tomar un atajo en sus responsabilidades paternas? Pues comprándole a su hijo la figura de acción de dicho superhéroe. NO ES UN MUÑECO, ES UNA FIGURA DE ACCIÓN.
Por supuesto, es Nochebuena y Howard todavía no ha comprado el Turbo Man para su hijo, por lo que su aventura para comprar susodicho regalo apenas está empezando. Algunos se estarán preguntando por qué la esposa de Howard, Liz (Rita Wilson), pero eso nunca lo sabremos, y debemos asumir que también es una mujer ocupada. Ocupada intentando quitarse de arriba al canalla del vecino, Ted Maltin (Phil Hartman), quien pareciera el padre perfecto porque casi siempre está con su hijo, y por todas las atenciones que le presta a las madres solteras del vecindario.
Como dije anteriormente, esta comedia familiar se burla del frenesí de las compras de regalos a último minuto, en la que la humanidad no enseña sus mejores cualidades. Howard se encuentra en las situaciones más extrañas que alguien podría esperarse, y como esto es una comedia y todos hemos estado en situaciones similares, mi reacción es dejarlo pasar. El problema con esto es que si me estuve riendo, no fue porque en sí las situaciones me daban risa, sino por cuan ridículas llegaban a ser. El filme no tiene un trama muy definida, y Arnold Chuarcheniguel se la pasa saltando de tienda en tienda buscando la oportunidad de mantener una promesa.
En sus aventuras, Arnold Chucheniguel estará acompañado de su rival Sinbad el Marino Myron Larabee (Sinbad / David Adkins), quien es un repartidor de correo con problemas mentales… al igual que todos los repartidores de correo. Nunca sabemos si su personaje está para ser un aliado de Schuarcheniggel, su peor pesadilla, o simplemente molestarlo. Creo que la interpretación de Sinbad quedó interesante. Junto con Schwarzenegger, creo que tuvieron sus momentos agradables, interesantes, y cómicos, pero que en general el libreto es bastante malo, por lo que a veces no pareciera que dijeran o hicieran lo más sensato. Eso sí, el personaje de Myron se ve como si se hubiera tomado todo el café del reparto.
Quien fue una sorpresa fue el personaje de Phil Hartman, quien interpreta al vecino Ted, porque desde un principio sabemos que es un canalla. Lo que quiero decir es que si desde un principio le tengo repulsión al personaje, es porque creo que el Sr. Hartman hizo bien su trabajo de interpretar a todo un baboso. Su rol incluye alquilar a un fuñido reno para que los niños del vecindario jueguen con éste. ¿Qué puedo decir de esto? Eran otros tiempos, y sólo nos queda esperar a que Arnold golpee a dicho reno o lo emborrache o ambas.
Conclusión
Creo que Jingle All the Way es una horrible película, que no tiene mucho sentido, y que tiene pocas escenas realmente cómicas. El final de la película, en el desfile de Navidad es cuando van demasiado lejos, y creo que es la mejor parte del filme. Los efectos especiales de esta última parte de la película se ven anticuados hoy en día, pero eso no tiene importancia cuando lo que está sucediendo en pantalla no tiene nombre. Me agrada el hecho de que hayan creado una serie de televisión de “Turbo Man”, historietas, cereales, y demás mercancías. A final de cuentas, tomaré que el mensaje de la película es que el muñeco de Turbo Ma no tiene importancia si la Navidad es tiempo de ser feliz y ayudar a quienes lo necesiten. No entraré en más detalles, y quizás por esto la vuelva a ver.
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