Finding Dory (2016)
Buscando a Dory
Finding Dory o Buscando a Dory es la secuela a Finding Nemo (2003), aunque honestamente no se trata tanto de “buscar a Dory”, sino más bien de Dory buscar algo o a alguien. Como ya sabemos, Dory tiene problemas de memoria, lo que no sabíamos es que también tenía problemas cuando era pequeña, una anormalidad que sólo le pasa a ella.
Ha pasado un año desde los eventos de Finding Nemo, en la que Marlin (Albert Brooks) estaba buscando a su pequeño hijo Nemo (Hayden Rolence) que fue raptado por unos humanos para ponerlo en una pecera. Pues Dory (Ellen DeGeneres) se ha ido a vivir con los peces payaso porque no recuerda absolutamente nada de su vida anterior, y al menos sí se acuerda un chin de que existen Marlin y Nemo.
Yo realmente no sé lo que pinta Dory en los viajes escolares, pero por lo visto acompaña a los demás pececitos a algún lado del fondo del mar, y tiende a perderse, pero esta ocasión será diferente porque de lo contrario no habría película. Dory tiene recuerdos de cuando era –niña no es la pallabra correcta– el caso es que son memorias que vienen de forma aleatoria e inmediatamente volvemos al mundo real, no se acuerda tanto de lo que se suponía estaba recordando. Lo importante del asunto es que Dory recuerda a sus padres cuando era pequeña, hace varios años peces atrás (que bien podría ser hace menos de 2 años).
Así empieza la aventura de Dory para cruzar el Océano [Pacífico] y encontrarse con sus padres que deben de estar en algún lugar de California. Por supuesto, Dory está apurada por emprender el viaje, pero Marlin siempre es el pez inseguro y sobreprotector que tiene que acompañar a Dory para que no se pierda y–adivina qué termina pasando. Bueno, pues entre las similitudes con Finding Nemo, los padres de Dory, Charlie (Eugene Levy) y Jenny (Diane Keaton), se preocupan enormemente por su hija que tiene una discapacidad; y a diferencia de la anterior, Finding Dory no abarca tanto un viaje submarino en busca de alguien, sino más bien de un viaje por el mundo humano a través de ojos de pescado.
Como ya hemos aprendido en la película, Dory es un pez singular porque además de entender la escritura humana, también habla ballena. Adicionalmente, también aprendemos que entiende el lenguaje humano, especialmente cuando la voz de Sigourney Weaver sirve de guía para los turistas de un instituto de vida marina. En este viaje conoceremos también al pulpo Hank (Ed O’Neill), quien está jarto del mar, a Destiny (Kaitlin Olson), una tiburón ballena, y a Bailey (Ty Burrell), una ballena beluga.
Ya es de esperar de que la animación no tiene desperdicios, el trabajo de voz es maravillo, y que el libreto abarca casi el espectro completo de emociones sin introducir a ningún villano. Claro, además de que los niños tienen que ver películas animadas que no sean violentas, aunque sean dos manganzones que deberían estar cuidando de su padre. ¿En qué iba? Ah, sí, es una película muy buena, aunque a veces tira a lo increíble cuando tienen que manejar un camión.
Para concluir, Finding Dory es una de esas película de Pixar que son muy divertidas y se pueden ver cualquier día. Hay una escena después de los créditos, pero nunca entenderé cuál es el lío entre unas focas y la piedra en la que están durmiendo.