A Thousand Times Good Night (2013)
Cuando se escuchan disparos la mayoría de nosotros (la gente “sensata”) corremos en dirección contraria a ponernos a salvo, pero a Rebecca parece que los años de ver abusos le han dañado ese sentido que todos tenemos y ella, a diferencia de nosotros, corre cámara en mano a tomar fotos en la dirección de los disparos. De eso trata A Thousand Times Good Night, de una fotógrafa de la guerra, de las terribles cosas que presencia mientras hace su trabajo, y del terrible peligro que corre ella misma.
En la pasada muestra de cine de Fine Arts, en Novo Centro, mi querida Anita la huerfanita y yo tuvimos la oportunidad de ver esta película que comunica un poco del ambiente de los campos de batalla de nuestros tiempos. A Thousand Times Good Night es una película que se mete contigo, se mete con tus creencias y con tus sentimientos, obviamente el realizador quiere mostrarnos el camino hacia la acción. Ese realizador es el director Erik Poppe. Aunque no va muy profundo en el tema, esta película muestra el contraste entre la sociedad occidental y sus preocupaciones, y la realidad de los países en guerra. Y tiene una forma muy interesante de presentarnos este tema que es a través de la vida de Rebecca. Si te simpatiza o algo, le puedes llamar “Beca” como sus amiguitos en la película.
Rebecca (interpretada por Juliette Binoche) es una mujer salvaje, de acción. Imagínate qué tan salvaje tiene que ser una fotógrafa de la guerra para hacer un trato con una organización terrorista para que le permita hacer un foto-reportaje de una mujer-bomba, su preparación y su camino a su destino final. No estoy hablando de una mujer de acción estilo Rambo, disparando con una ametralladora ratatata-ta-ta a lo loco para que pila de personajes secundarios caigan anónimos en un charco de su propia sangre. Estoy hablándote de una mujer que está en el mismo medio del pleito y no tiene nada para defenderse, ni un cuchillito boto, nada, lo mejor que podría hacer si uno de los “malos” fuera a matarla es tomarle una foto con su inseparable amiga la cámara para que tal vez alguien sepa quién la mató. Esa es esta Rebecca de la que te estoy hablando.
En el primer acto de esta película vemos una perspectiva diferente de los kamikazes. Todas las compañeras de una mujer-bomba haciendo una especie de ritual a su alrededor mientras ella se preparaba. La propia “mártir” se ve determinada a llevar a cabo su objetivo. En vez de una preparación militar o táctica de algún tipo se ve una especie de ceremonia religiosa. A Rebecca le interesa todo ese drama humano, que la gente que ve sus fotografías en los periódicos del primer mundo sepa lo terrible que son las guerras, así que toma todas las fotos posibles, en ciertos momentos de la película parece hasta “morbosa”. En otro momento nos explica que busca causar el mayor impacto posible para así mover las conciencias. Aunque Rebecca no hace lo que hace por dinero, realmente no le falta nada. Su familia no vive en un castillo, pero son gente del primer mundo.
Muy importante es que Rebecca tiene familia, no vive sola en el mundo. Tiene un esposo y dos hijas esperando por ella en algún lugar de Inglaterra. Las dos hijas de Rebecca, Steph (Lauryn Canny) y Lisa (Adrianna Crammer Curtis), tienen aproximadamente 17 y 12 años. Lisa es una niña feliz, tiene toda la felicidad del mundo en su carita de niña linda. Steph, en cambio, está atravesando la parte de la adolescencia en que la gente se pone rebelde y anda con cara de enojo. Además de eso, y a diferencia de su hermanita, está consciente del peligro que representa el trabajo de su madre y está muy preocupada. Aunque en realidad Steph no entiende porqué su madre hace lo que hace. El esposo de Rebecca, Marcus (Nikolaj Coster-Waldau), es el amo de llaves. Además de ser un investigador en jefe biólogo marino galán de novela, es quien cuida de las niñas cuando Rebecca está en sus misiones suicidas. El esposo de Rebecca está cansado de preocuparse por ella. Está cansado de esperar asustado a que un día lo llamen y le digan que tiene que reconocer el cadáver de su esposa.
Y precisamente él es quien el lazo de la película precisamente por ese problema. Él le ofrece sólo dos posibles salidas a nuestra heroína, abandonar su trabajo tan importante para ella como su propia alma o que lo abandone a él y a sus hijas y que los deje pretender que ella murió y que ya no tienen que preocuparse por ella. Rebecca está en una encrucijada, ambas opciones son imposibles para ella. Ese es el lazo de A Thousand Times Good Night.
En sentido general, esta película enfrenta dos sociedades diferentes, es un nexo entre dos mundos distintos. Por un lado están las personas del tercer mundo, la carne de cañón de las guerras de África y Medio Oriente. Del otro lado están la familia y los amigos de Rebecca, los del primer mundo, a quienes lo único que pareciera importarles de las guerras y de África es que Rebecca regrese a salvo.
Como les decía, esta es una película que trata de mover dentro de nosotros lo poco o mucho que podamos tener de conciencia. Tendríamos todos que ver A Thousand Times Good Night. Si decides ir a verla, por favor, no permitas que los prejuicios guíen tus ideas sobre la película, tampoco permitas que lo haga el status quo. Me gustaría que la vieras como es, aunque es difícil ser neutral. Lo único que me encontré malo es que es un poco aburrida en algunos momentos y que en un momento uno de los efectos especiales no me convenció (la parte en la que la onda expansiva de una explosión empuja a Rebecca). Fuera de eso es una obra maestra y por eso tiene sus 4 estrellas.