Tomorrow Never Dies (1997)
El Mañana Nunca Muere
Tomorrow Never Dies es la decimoctava entrada en la serie de apariciones en la gran pantalla del archifamoso agente secreto 007 (“Bond. James Bond.”), y la segunda protagonizada por Pierce Brosnan, a quien muchos consideran el Bond definitivo (considerando el tramo de seis largos años que pasaron desde la última peli de Bond en los ochentas hasta su reactivación en los noventas). Es la primera película de Bond producida desde la muerte de Albert Broccoli, legendario productor de los filmes de Bond desde sus inicios por allá por 1962. En esta ocasión, 007 intentará detener a un magnate de los medios de comunicación en su plan de organizar un embrollo global que pueda desatar la Tercera Guerra Mundial.
Desde ahora lo pongo claro: La película es un clavo (en caso de que no se lo hayan sospechado por lo descabelladísimo del resumen de la trama). La acción en general es muy buena, sí, pero la consistencia de la trama es peor que la de una diarrea de habichuelas con dulce, los personajes son acartonadísimos, y a pesar de que los “villanos” son sorprendentemente entretenidos, también son poco creíbles y altamente predecibles, lo que le quita todo lo que le quedaba de atractivo a la película.
Aclaro que este review probablemente sea algo corto, primero porque en general estoy de mal humor por lo mala que es la película, y segundo porque la película la considero tan mala que me aumenta el mal humor (y eso se convierte en un círculo vicioso cheverísimo). No me inspira hacer reviews de películas que no me gusten a menos que sean tan, pero tan, pero TAN malas que terminen gustándome por lo horriblemente malas que son (te estoy mirando a ti, Street Fighter con Jean-Claude Van Damme, Kylie Minogue y Raúl Julia), y lamentablemente esta ni a eso llega.
Pero en fin, la función debe continuar.
La película comienza con Bond desmantelando un mercado de pulgas de armas ilegales que han armado unos carajos en la frontera rusa (frontera con quién, sabrá el diablo). El hombre ha llegado allá no se sabe cómo, y está en comunicación permanente, instantánea y de alta calidad con los cuarteles de MI6 en Gran Bretaña (yo quiero saber cómo diablos esa gente tenían esa videocomunicación de ultra-altísima definición en aquel entonces y no le sacaron un billete patentando esa vaina). Resulta que se arma un pleitazo burocrático porque al almirante a cargo de la investigación, viendo semejante supermercado balístico, le sale de las pelotas que quiere bombardear el lugar con las fuerzas navales a su disposición, pero Bond se da cuenta de que en el sitio hay torpedos nucleares rusos, y esas cosas tienen la mala costumbre de causar destrucción masiva apenas de mirarlas mal. Lamentablemente, ya es demasiado tarde, porque el almirante ordenó hace rato el lanzamiento de un misil balístico contra el baratillo, y ya para cuando quieren venir a cancelar el lanzamiento, el misil tiene suficiente tiempo de avance para estar fuera de rango y mandar a pique la opción. Una vez más, nuestro superhéroe sin poderes Bond tiene que hacerse cargo del misil y de la feria ilegal, todo en una sola movida espectacular, para evitar que toda la zona quede más seca que los huesos que le dan de comer al pobre perro de la vecina, que vive muriéndose de hambre.
Y con el correspondiente bofetón sin manos al idiota del almirante, ahí comienza propiamente la película, con el por demás bastante agradable tema Tomorrow Never Dies de Sheryl Crow.
El Villano
En esta ocasión, el papel del villano lo hace Jonathan Pryce (a quien muchos reconocerán retroactivamente como el Gobernador Swann de las películas de Pirates of the Caribbean) como Elliot Carver, un ultra-mega-hiper-super-duper-archimillonario dueño de toda una cadena de medios de comunicación a la que CNN no le llega ni a los tobillos, y cuyo pasatiempo favorito es literalmente fabricar las noticias a como le sale de las plantas de los pies. Hay que admitirlo, el chamaco este está plenamente consciente de su posición como el villano de una película mala, y está disfrutando su papel como tal. El tipo se mastica y se digiere cada una de las escenas donde sale, y es capaz de opacar hasta al mismísimo Brosnan (Bond) tan sólo por cuánto disfruta lo que está haciendo. No es una actuación particularmente buena o mala, y sin embargo termina gustando precisamente porque se nota que el chavo este está gozando de lo lindo haciendo diabluras con el rol.
Además, tenemos a un tal Götz Otto haciendo el rol de Richard Stamper, el matón principal del villano en jefe. Ese es otro que se le nota que le gusta y está disfrutando de lo que está haciendo. Y para cerrar el triunvirato de la villanía, Ricky Jay hace de Henry Gupta, un tal “tecno-terrorista” en la nómina de Carver encargado de hacer diabluras con la tecnología y los medios de comunicación a disposición de Carver (y por ende, a la suya también). Estos dos completan el Malvado Trío Terrífico de la película, aunque personaje de Gupta se ve haciendo bastante poco en la película (principalmente porque lo poco que hace tiene repercusiones gigantescas, y el resto del elenco, y de la trama, está demasiado ocupado lidiando con esto para ocuparse del gordito).
Las Damas
Otro punto en el que la película es floja y pico. De parte de “los buenos” tenemos a Michelle Yeoh como Wai Lin, una coronel agente secreto china que se hace pasar por reportera, y que anda investigando lo mismo que Bond (el corre-corre que se armó cuando los secuaces de Carver se robaron una vaina capaz de engañar localizadores GPS, vaina con la que Carver pretende iniciar la Tercera Guerra Mundial). La chava se ha infiltrado en el Grupo Multimedia Carver para tratar de encontrarla y evitar que China e Inglaterra vayan a armar un pleito mayúsculo, y termina necesitando la ayuda y cooperación voluntaria de Bond para poder lidiar con todo lo que se le viene encima.
Por el otro lado, tenemos a la despampanante Teri Hatcher, que yo recuerdo que por allá por los noventas estaba buenísima (aunque Desperate Housewives quiera discutirme lo contrario hoy en día), como Paris Carver, la esposa (léase: trofeo) de Elliot Carver, quien ya ha hecho migas con Bond en el pasado y le tiene una tirria bien ganada por andar de casanova y dejarla esperando. Que la hayan relegado como hicieron al papel de tipa desechable es una pena, porque Teri Hatcher en esa época era un bombón y muy buena actriz, y estoy seguro de que habría aumentado el valor de la película. Y hablando de valor, me da cuerda que teniendo la oportunidad que tienen de liberar al mundo los dos grandes y hermosos atributos frontales que tiene semejante hembrón (aumentados ligeramente por estar embarazada al momento de la filmación), nos dejan con la miel en la boca y no lo hacen por miedo a aumentar la clasificación de la película a No Apta para Menores. Me da cuerda, porque es una lástima — esas grandes “pechonalidades” habrían salvado completamente el trapo de película ellas solitas, de cuenta propia.
Los Aparatos
Sin importar qué tan mala sea una entrega en particular, tengo que admitir que siempre estoy a la expectativa de ver con qué nuevos aparatos nos va a sorprender Q en cada filme del agente 007. En esta ocasión, desafortunadamente, Q me decepciona sólo con un auto blindado BMW 750i (con todas las modificaciones de costumbre, ametralladoras, cohetes y localizador GPS) y un celular que sólo tiene un lector de huellas dactilares, un táser y el control remoto del auto.
…De acuerdo, lo admito, el control remoto me compró. Pero de todas formas, esperaba más aparatejos de Q en esta ocasión, especialmente considerando la galería que nos mostraron en GoldenEye.
Tengo que admitir que una cosa que me refrescó el colega Cinepollístico Víctor es que realmente el carrito se trae las suyas. En varios puntos se la lució, como cuando intentaron caerle a mandarriazos a los cristales y no les hicieron ni pío hasta que le entraron a plomazos, y cuando se le pincharon las cuatro ruedas y el siempre elegante amigo Bond las llenó de aire de nuevo con tan sólo presionar un botón en su todopoderoso control remoto. Señores, no intenten eso en casa. Su seguro contra catástrofes no tiene cláusulas cubriendo la estupidez humana.
Conclusión
Película mala. Película clavo. Tomorrow Never Dies = Atolladero. Tiene un par de momentos cómicos, y alguna que otra secuencia de acción divertida y entretenida, pero en general, el CONJUNTO de lo que es toda la película es malo, predecible y aburrido. Da pena decirlo, considerando que se trata de una película del 007, pero no se la recomiendo a nadie. Pierce Brosnan hace lo que puede, pero Michelle Yeoh me encuentro que queda horrible en la producción, y lo único que medio salva la película de ser un desastre total es lo divertido que se la pasa uno con los villanos, especialmente con Jonathan Pryce, que en su papel de Elliot Carver, se nota que está gozando un mundo siendo el tipo malo.
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